Después de haber atravesado los Alpes perdiendo hombres y elefantes, Aníbal acampa para reorganizar su ejército y emprender la marcha sobre Roma. Este guerrero que asolaba los campos enemigos también se hallaba sometido a las debilidades humanas, sugestionado por la belleza de una mujer romana y atado por matrimonio a una princesa que le había dado un sucesor...
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