A la edad de 25 años había conquistado el mundo conocido... cambiando el rumbo de la humanidad para siempre. Alejandro, rey de Macedonia, lideró sus legiones griegas hacia el inmenso imperio persa. Una vez conquistado, siguió camino hacia la India. Alejandro Magno (356 A.C. - 323 A.C.) fue muchas cosas para muchas personas: un apuesto rey guerrero lleno de la ambición, el coraje y la arrogancia de la juventud, encabezando a su pequeño ejército contra las gigantescas fuerzas persas, un hijo que buscaba desesperadamente la aprobación de su severo padre, endurecido por las batallas, y que se debatía entre su lealtad a éste y su amor por su madre, un conquistador despiadado que nunca perdió una batalla y empujó a sus soldados a los confines del mundo conocido, un visionario cuyos sueños, hazañas y destino dejaron huella a lo largo de la historia, ayudando a dar forma a nuestro mundo actual. Fue todo eso y más. Alejandro llevó a su ejército de soldados griegos, macedonios y posteriormente orientales a lo largo de 35.000 kilómetros de asedios y conquistas en sólo ocho años, y cuando murió, a los 32 años, había forjado un imperio sin igual en la historia. Ambientada en el mundo precristiano de costumbres sociales y morales muy distintas de las de hoy, una época de una belleza inigualable, de una brutalidad increíble, con grandes ideales y terribles traiciones, la vida de Alejandro discurre entre la relación con su madre Olimpia, su padre Filipo, su gran amigo y comandante Hefestión, su ambiciosa y hermosa mujer Roxana y su confidente y leal general Tolomeo. (FILMAFFINITY)
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